Hay lugares que nos recuerdan el sentimiento de una casa: la calidez de la luz que entra a primera hora de la mañana y se cuela por una ventana, la paz de tomar el café en silencio porque resulta ser la melodía que te acoge para empezar un buen día, la calma que se transpira en cada objeto que alguien con mucha atención y cuidado se ha encargado de poner en su sitio.
—Esto es— me digo hacia mis adentros. Esto mismo es, cuando con una prudencia impaciente le dices a alguien: te quiero. Porque querer es darle un espacio seguro al que se quiere. Esa sensación de calma, que resulta ser tan armoniosa como escuchar a los pájaros cantar por la mañana. Las palabras son ecos silenciosos hasta que vienen acompañados de una imagen que nos proyecte lo que verdaderamente estamos sintiendo.
Y pienso en la cantidad de veces que esa imagen ha sido solo un producto de mi imaginación, tan alejado de la realidad en la que me encuentro parada de pie. Desde niña me ha gustado contar historias, pero contármelas a mi misma, ha sido, una pérdida de tiempo. Porque soñar una vida no es sinónimo de vivirla.
La vida, que continuamente nos muestra sus matices, también nos enseña, si prestamos atención a lo que tenemos enfrente, que hay personas a las que no hay necesidad de desdibujar para poder habitarlas, simplemente observarlas.
A mi parecer, hemos perdido la capacidad de prestar atención, a lo importante, al gesto que nos muestra la realidad que acontece, en el momento en que sucede.
“Me olvidé de llamarte”, “Recién veo esto”, “Estoy con mil cosas”…
esas formas educadas de mostrar una imagen que no es.
Un interés tibio, que se nota desde lejos,
y que solo nos acerca más a la historia que queremos contarnos,
no a la que se cuenta sola.
Reflexiono sobre esto mientras me tomo el café, sentada en la sala de una casa que ya no habito, pero que me es inevitable no sentirla mía. Todo aquí, en su sitio, me muestra la imagen de un hogar que no necesito inventarme. Y quiero creer, que así como sucede con ciertos sitios que sentimos nuestros, porque son un lugar seguro donde descansar, también hay personas. Las hay.
Con amor,
Jazmin
Me hiciste llorar, qué bella forma de verlo, sentirlo y expresarlo. Tu fuiste casita para mí cuando me sentía tan lejos de ella en Guadalajara. Tqm amiga ❣️